domingo, 2 de julio de 2017

Okaerinasai (bienvenido a casa) /Tadaima (he vuelto)

Es de noche en la gran ciudad, un cielo sin luna y unas pocas nubes se deja ver, las calles son iluminadas en cada esquina, no dejando dormir a la gran ciudad. Un joven se encuentra perdido, caminando sin rumbo mientras observa el vapor de su respiración abandonarle en cada paso. Camina sin detenerse, solo le interesa estar en movimiento. De pronto y sin notarlo se encuentra en un paraje que le era familiar, la familiaridad que te se le otorga a un páramo conocido. El joven lo observa unos segundos con melancolía, se pregunta porque dejo de caminar por esas calles, por esos lugares, luego la memoria le trae recuerdos, le recuerda que es un perdido, el joven sonríe con melancolía, extraña mezcla de felicidad y tristeza, luego de unos segundos decide seguir caminando. 
Mientras sigue su camino por aquel paraje otro recuerdo le asalta, ahora es un hogar el que le llama, su hogar, antes de que eligiera ser un perdido. Esta vez no puede continuar su camino tan tranquilamente, se queda mirando aquella casa con curiosidad, que sera de las personas que le habitaban. ¿Que sera?. De pronto el joven siente sonidos que provienen de aquel hogar, al parecer unas personas se disponen a salir, el joven se oculta detrás de un pilar, no desea que su presencia sea notada. Ve como las personas salen del hogar en busca de un mejor panorama, el guarda silencio y mira, nadie conocido piensa. Pero mientras esto ocurría el joven se asoma por el pilar para ver como se cierra la puerta del hogar, entonces cruza miradas con una una persona de forma inesperada, el joven le reconoce enseguida y sabe que ha sido reconocido, vuelve a ocultarse detrás del pilar para pensar unos segundos, esa mirada es inconfundible, pertenecían a una persona muy querida por el joven, tan querida como el mismo, su compañera de aventuras y desventuras, de penas y glorias, de recuerdos y olvidos. 
El joven intenta pensar que hacer, el es un perdido, no debe volver a aquel lugar, no debería, el mismo decidió un día partir de viaje dejando todo lo que tenia detrás, partió dejando en claro que no quería compañía, partió dejando a su compañera y aunque el sabia que le partía el corazon, lo hizo, el quería buscar su propio camino, quería ser un perdido, y para eso necesitaba estar solo. Mientras el joven se quedaba quieto pensando detrás del pilar, siente como una pequeña mano busca la suya, entonces le saca detrás del pilar y se encuentra cara a cara con la mirada de su pequeña compañera, el joven no sabe que hacer o decir, no tiene palabras, querría decirle tantas cosas, pero a su vez nada puede salir de su garganta. Su compañera le mira curiosa, en su mirada no hay odio, no hay rabia, solo hay mucho cariño. El joven no entiende esa mirada, debería sentir rabia contra el, que le dejo sin previo aviso, que abandono todas las aventuras que podía. Hay muchas cosas que el joven no entiende respecto a el mismo y a los demás, mientras, mientras esto ocurre, la compañera del joven rompe el silencio con una sola frase.
-¿Entraras o te quedaras aquí en el frió?, podemos beber un te y conversar dentro
-... No se bien que decir. -Dijo el joven agachando la mirada.
-Vamos, beberemos te, comeremos algo y me contaras como han estado tus aventuras, en tu ausencia yo también he tenido las mías, podemos ponernos al tanto, ¿no?
-...pero yo abandone este lugar, no siento que pueda volver aquí...-
La joven entonces le tomo de la mano y le condujo a la puerta del hogar, entonces volvió a decir:
-Bienvenido a casa, no tienes porque quedarte, solo puedes descansar lo necesario hasta que vuelvas a tus aventuras- 
-...No me siento merecedor de eso...-
-Ahhh shhhhh, vamos adentro, ya hablaremos de eso luego-. Sentencio la compañera, luego de eso hizo entrar al joven, a lo que el solo pudo responder:
-He vuelto...no se por cuanto, pero me alegra estar aquí, gracias por todo...-. Replico el joven en voz baja.
Luego de eso, ambos entraron al hogar y cerraron la puerta, la luz desde fuera se veía naranja, mientras se escuchaban sonidos de tazas, algunas risas y una amena platica entre dos personas que se conocen como si fueran la tierra y el mar.
(Sentir el calor de un hogar, hasta un perdido lo necesita de vez en cuando) 

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