En un cuarto vació donde solo se escuchan ecos del exterior, me gustaría gritar por ayuda mas allá de estas cuatro paredes y blanca pantalla, pero antes de siquiera intentarlo me recuerdo a mi mismo que no existe persona a quien pueda pedirle ayuda, después de todo nadie podría, por eso ahogo mi voz en letras silenciosas y procuro no dejar rastro de mi presencia.
Nadie me necesita y Nadie me espera.
A veces lamento que la mente tenga una fragilidad tal que la seguridad con un soplo suave se puede marchitar y la felicidad con una palmada derrumbar.
(Saya: "Soy como un diente de león que se encuentra en medio de un desierto")
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